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Pero mamá, el rosa es de niñas

 

¿Rosa o azul? De una u otra forma, estos dos colores parecerían ser eso: simples colores. Pero, para quienes hemos crecido en una sociedad tipificada, no es un secreto que estas tonalidades llevan consigo una letra pequeña que busca imponer lo que “deberíamos” ser en reglas que, si bien no están escritas, son vividas día a día. Así, por años el azul ha dictaminado lo que es “ser hombre”, mientras que el rosado ha enmarcado lo que es “ser mujer”.

Si lo llevamos a su extremo, el azul juega con carros, robots y pistolas de juguete, el rosado con muñecas, coches y cunas. El azul esconde su sentir y no pide ayuda, el rosado es sentimental y necesita ayuda. El azul se defiende solo, al rosado se lo protege. El azul es liderazgo, fuerza y poder, el rosado es cuidado, amor y fragilidad. El azul es matemática y ciencia,  el rosado es arte y crianza. Al azul no se le permiten las lágrimas, al rosado le talan la ambición. En fin, el rosado es de niñas y el azul es de hombres.

—Pero mamá, el rosa es de niñas —han dicho una infinidad de niños.

 

Entonces, el problema se vuelve evidente. Estos estereotipos y roles de género han encasillado, desde corta edad, al ser humano en cajas pequeñas y reducidas que, a su vez, forjan caminos estrechos por lo que deberíamos recorrer la vida. En un mundo que supone ser libre, tenemos limitaciones implícitas que dictan qué nos corresponde y qué no nos pertenece. Aquí, es donde nos damos cuenta que la igualdad de género no es una cuestión de mujeres sino un imperativo social y económico del interés de todos. En virtud de ello y siguiendo la métafora del color, ¿qué tal si dejamos de monopolizar colores de acuerdo al género y, en vez, nos vestimos a elección propia en todas las esferas de nuestra vida?

Hoy, 8 de marzo, que se celebra el Día Internacional de la Mujer,  conmemoramos las inmensas luchas pasadas y actuales de la mujer. Las luchas por ganar participación en esferas económicas, culturales, sociales y políticas.  Las luchas por deconstruir los roles y estereotipos de género. Y, en definitiva, las luchas por hacer de esta sociedad un lugar más equitativo, menos prejuicioso y más libre. Por lo cual, en esta fecha tan especial, aplaudimos a todas las mujeres y sus aliados que dedican sus esfuerzos para que, sin importar nuestro género, el único “deber ser” que tengamos, sea “ser lo que queramos ser”.

—Y no, el rosa no es de niñas, es de todos —respondemos nosotros.

 

Escrito por: Valentina Jiménez x Mil Colores

Fuentes Principales

Pero mamá, el rosa es de niñas

 

¿Rosa o azul? De una u otra forma, estos dos colores parecerían ser eso: simples colores. Pero, para quienes hemos crecido en una sociedad tipificada, no es un secreto que estas tonalidades llevan consigo una letra pequeña que busca imponer lo que “deberíamos” ser en reglas que, si bien no están escritas, son vividas día a día. Así, por años el azul ha dictaminado lo que es “ser hombre”, mientras que el rosado ha enmarcado lo que es “ser mujer”.

Si lo llevamos a su extremo, el azul juega con carros, robots y pistolas de juguete, el rosado con muñecas, coches y cunas. El azul esconde su sentir y no pide ayuda, el rosado es sentimental y necesita ayuda. El azul se defiende solo, al rosado se lo protege. El azul es liderazgo, fuerza y poder, el rosado es cuidado, amor y fragilidad. El azul es matemática y ciencia,  el rosado es arte y crianza. Al azul no se le permiten las lágrimas, al rosado le talan la ambición. En fin, el rosado es de niñas y el azul es de hombres.

—Pero mamá, el rosa es de niñas —han dicho una infinidad de niños.

 

Entonces, el problema se vuelve evidente. Estos estereotipos y roles de género han encasillado, desde corta edad, al ser humano en cajas pequeñas y reducidas que, a su vez, forjan caminos estrechos por lo que deberíamos recorrer la vida. En un mundo que supone ser libre, tenemos limitaciones implícitas que dictan qué nos corresponde y qué no nos pertenece. Aquí, es donde nos damos cuenta que la igualdad de género no es una cuestión de mujeres sino un imperativo social y económico del interés de todos. En virtud de ello y siguiendo la métafora del color, ¿qué tal si dejamos de monopolizar colores de acuerdo al género y, en vez, nos vestimos a elección propia en todas las esferas de nuestra vida?

Hoy, 8 de marzo, que se celebra el Día Internacional de la Mujer,  conmemoramos las inmensas luchas pasadas y actuales de la mujer. Las luchas por ganar participación en esferas económicas, culturales, sociales y políticas.  Las luchas por deconstruir los roles y estereotipos de género. Y, en definitiva, las luchas por hacer de esta sociedad un lugar más equitativo, menos prejuicioso y más libre. Por lo cual, en esta fecha tan especial, aplaudimos a todas las mujeres y sus aliados que dedican sus esfuerzos para que, sin importar nuestro género, el único “deber ser” que tengamos, sea “ser lo que queramos ser”.

—Y no, el rosa no es de niñas, es de todos —respondemos nosotros.

 

Escrito por: Valentina Jiménez x Mil Colores

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